¿Has oído alguna vez eso de que si duele es que cura? Me gustaría razonar en este artículo, porqué en mi opinión, esto no es cierto. Antes que nada, quiero dejar claro que esto una opinión propia, basada en mis conocimientos y experiencia, y en la que baso mi manera de trabajar.
Hay veces, que debido a la enfermedad o tipo de lesión, es imposible que la persona no sienta dolor durante el proceso de rehabilitación, y esto hay que tenerlo siempre presente. Pero en la medida de lo posible, yo considero que hay que evitar sentir dolor.
Hay muchas maneras de trabajar, y todas ellas tienen su porqué y su justificación de ser. A mí, personalmente, me gusta evitar el dolor siempre que esto sea posible.
Me he encontrado muchas veces, algo realmente sorprendente para mi, pacientes que se extrañaban de que no les hiciese daño, y que me hacían comentarios como:
- “la otra fisio me hacía daño, ¿seguro que así ganaremos movilidad?”,
- “anda que bien, no me ha dolido nada, pensaba que sería peor”,
- “…pensaba que me harías más daño” ,
- “anda pues no sois tan malos, tenía miedo por lo que me habían dicho”,
- “me han dicho que lo voy a pasar muy mal haciendo rehabilitación”
- …
Y así varias veces y con relativa frecuencia. Incluso me he encontrado algún paciente que hasta que no ha visto los buenos resultados, no se creía que lo que hacíamos “sin dolor” fuera a servir de algo.
Qué es el dolor y para qué sirve
El dolor es una experiencia sensorial y emocional (por lo tanto subjetiva), desagradable, que pueden experimentar los organismos que disponen de un sistema nervioso central, lo que nos permite ser “conscientes” de dicha experiencia.
“Percepción sensorial localizada y subjetiva que puede ser más o menos intensa, molesta o desagradable y que se siente en una parte del cuerpo; es el resultado de una excitación o estimulación de terminaciones nerviosas sensitivas especializadas.”
“Sentimiento intenso de pena, tristeza o lástima que se experimenta por motivos emocionales o anímicos.”
La función del dolor es “avisar” a través del sistema nervioso, de que una parte del cuerpo está expuesta a una situación que puede provocar una lesión o daño. Es un mecanismo de protección de nuestro organismo, que nos protege ante un peligro potencial.
Esta señal de alarma desencadena una serie de mecanismos con el objetivo de evitar o limitar estos daños. Estos mecanismos son los siguientes:
- Mecanismos de protección rápidos: Reflejos
Ante un estímulo doloroso, a nivel de la médula espinal se activan reflejos de
- Retirada. Por ejemplo, si tocamos una superficie que quema, retiraremos de manera refleja la mano.
- Contractura muscular. Ante un riesgo de lesión o aún cuando se llega a producir, la musculatura se contractura de manera intensa con el objetivo de proteger, por ejemplo, una articulación u otra estructura del organismo.
- Mecanismos de alerta general: Estrés
Cuando el organismo se siente amenazado, nos estresamos. Esto es vital para protegernos del daño o amenaza a nuestra “supervivencia”. Esto provoca un aumento de la vigilancia, y prepara al cuerpo para hacer frente a la amenaza mediante la lucha o la huida: aumenta la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria, sudoración, etc.
- Mecanismos de comportamiento
Con el mismo objetivo de mantener nuestra integridad, la persona puede mostrarse más colérica o agresiva.
- Mecanismos de analgesia
Estos mecanismos nos permiten hacer frente, en algunas ocasiones, a la amenaza, a pesar de que se hayan sufrido daños graves. Está relacionado con niveles altos de adrenalina.
Factores que influyen en la percepción del dolor
Cómo ya hemos mencionado, el dolor es subjetivo. A esto hay que añadir el hecho de que existen varios factores que influyen en la percepción que cada uno tiene ante el dolor, incluso siendo el “mismo estímulo doloroso”. Algunos de estos factores, son:
- Sexo y edad
- Nivel cognitivo, intelectual, cultura y educación
- Relaciones con otras personas, sobretodo cercanas
- Momento o situación particular en la que se produce el dolor
- Dolores previos y el aprendizaje correspondiente de estas experiencias. Esto nos predispone a sentir y reaccionar de determinada manera ante un estímulo doloroso (de manera inconsciente).
- Personalidad
- Estado de ánimo. Si estás enfadado, con miedo, o con ansiedad, por ejemplo, condicionas al cuerpo, a través de diferentes mecanismos fisiológicos y hormonales, a sentir más dolor.
- Ambiente en el que te encuentras
Porqué es mejor trabajar sin dolor
Basándonos en todo lo que he expuesto hasta ahora, te describo a continuación porqué es mejor trabajar intentando evitar, en la medida de lo posible, el dolor:
- Cuando hay una lesión aguda, el proceso de dolor e inflamación van de la mano y son necesarios para protegernos y para una correcta “curación” y/o “recuperación” de la lesión. Pero a partir de ahí, si cada vez que actuamos provocamos dolor, es posible que desencadenemos una respuesta inflamatoria, lo que nos dará más dolor, y así sucesivamente.
- Como hemos visto, uno de los mecanismos cuando tenemos dolor, es la provocación de contracturas musculares. Si encima, vamos “tensos” al fisioterapeuta porque sabemos que nos va a provocar dolor, aún podemos favorecer más estas contracturas.
- El estrés genera niveles altos de cortisol. En momentos puntuales esto es bueno para generar una serie de reacciones fisiológicas que nos “salven del peligro”, pero de manera continuada, es totalmente innecesario y contraproducente. Además el estrés, como ya hemos mencionado, aumenta las respuestas cardiovasculares, respiratorias y hormonales.
- Un mecanismo de analgesia que posee el organismo, es la generación de endorfinas. Para ello, necesitamos un ambiente confortable, de confianza y sentirnos bien con lo que estamos haciendo.
- El dolor nos “enfada”, y despierta en nosotros una actitud totalmente opuesta a la que necesitamos para mejorar. Una actitud positiva, alegre y predispuesta, nos ayuda a obtener unos mejores resultados. Os dejo el enlace de un artículo donde hablo más en profundidad del tema.
Espero que os haya gustado esta información, y ya sabéis, no siempre hace falta que duela para que cure… Éste, como muchos otros, es un mito que considero que hay que erradicar, como también que el fisioterapeuta nos va a hacer sufrir.
Hay veces que es inevitable el dolor en un proceso de rehabilitación. Hay que tener en cuenta que por ejemplo, una fase postoperatoria, es muy probable que sea dolorosa. Pero aun así, tu fisioterapeuta seguro que hace lo posible porque durante este proceso de recuperación, te sientas lo mejor posible.
¡Un abrazo a todos los pacientes y fisioterapeutas!