Como aceptar nuestras limitaciones y el trabajo en equipo puede salvar vidas

Hace unas semanas vino una paciente para hacerse drenaje linfático después de una intervención de estética. El tipo de operación no es importante, pero para ponernos en situación, después de ciertas operaciones de este tipo, es importante hacerse drenaje para ayudar a desinflamar y reabsorber residuos derivados de la inflamación que se produce, y ayudar a una mejor recuperación. 

En una de las sesiones, me consulto sobre una zona que le molestaba y se notaba rara, noté una zona endurecida, y le pregunté a la paciente sobre ello, al igual que sobre otros aspectos que son habituales después de la intervención. Ella se iba haciendo revisiones y todo parecía correcto. Al ver que ese signo no mejoraba, le pedí que en la siguiente revisión preguntara concretamente por esto. 

Sentí que no me podía quedar de brazos cruzados y aceptar que nuestras limitaciones y el trabajo en equipo pueden salvar vidas.

Entonces hablé con una cirujana de confianza, le expliqué la situación y los síntomas, y me dijo que podía ser una complicación que acabara en algo grave si no se da el tratamiento adecuado.

Así que cuando vi a la paciente, le pregunté por su revisión y si habían mirado bien aquello, i la “mala suerte” hizo que justo ese día, por motivos que desconozco, esa zona no se la miraron y ella, con tantas otras cuestiones que tenia, se olvidó de preguntarlo. Así que con la información que yo tenía le dije, resumiendo, que llamara y explicara con detalle lo que tenia, para que la valoraran,  y que se lo había dicho yo. No es la primera vez que hago llegar información a otros profesionales sanitarios, y por desgracia, muchas veces esto provoca ofensas y enfados. La paciente no me quiso decir nada para no molestarme, lo hizo cuando yo le comenté que a veces pasa, y eso fue justamente lo que pasó. Quien le atendió al teléfono le vino a decir que estaba cansado/a de otros profesionales / fisioterapeutas fueran con sus “historias”… Luego le pidieron perdón, porque realmente parecía haber una complicación, y con el tratamiento adecuado, se solucionó sin problemas.

¿Qué creo yo que deberíamos hacer en casos como este?

Desde aquí, hago un llamamiento a todos los profesionales de la salud, médicos, enfermeros, fisios, nutricionistas, psicólogos, terapeutas, ¡a todos! a no olvidar que nuestro objetivo principal es la salud de nuestros pacientes, no podemos perder eso nunca de vista. Si alguien actúa con prepotencia o mala educación, que puede pasar, no lo tengamos en cuenta y miremos mas allá. Ciertamente, la mayoría de veces, todos vamos con buena intención, no olvidemos nuestra misión, y honestamente, dos mentes piensan más que una… 

Estoy convencida de que la comunicación y la humildad, pueden salvar vidas

Entonces, ¿por qué no utilizar esto en nuestro favor? No seamos egocéntricos y centrémonos en ayudar al paciente, y utilicemos el gran poder que nos da la comunicación entre nosotros, que no es tan complicada, y menos hoy en día. 

Y por supuesto, no siempre lo sabemos todo. Yo no tenía claro a que podía deberse ese síntoma, y para poder averiguar tuve que preguntar a otro profesional mejor cualificado en la materia.

Este caso salió bien, y fue gracias a no tener miedo a preguntar cuando tenía dudas; fue gracias a que una doctora, de manera totalmente desinteresada, me escuchó, me explicó y nos dijo que hacer; y también fue gracias a que el equipo que la operó, decidió escuchar lo que le dijimos y valorarlo. 

Así que no lo olvidemos nunca. Nuestro foco son nuestros pacientes. No nos dejemos llevar por el miedo a no tener respuestas,  no nos dejemos llevar por la soberbia o la inseguridad. Aunque trabajemos “solos”, respaldémonos unos en otros por el bien de la salud, que al final, es el “para qué” de nuestras carreras.

 

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