¡Año nuevo vida nueva!

Acaba el año y mucha gente, casi de manera inconsciente, hace una valoración de lo que ha sido el año, las cosas “buenas y malas” que nos ha aportado, y entonces nos hacemos unos propósitos para el año nuevo.

¿Te acuerdas de tu propósito/s de la anterior Noche Vieja?…

Normalmente empezamos el año con muchísima ilusión y “fuerzas” para llevar a cabo nuestros propósitos, y vamos a por ellos con muchísima energía. Por eso, probablemente, en enero aumentan las visitas a los dietistas, las matrículas a los gimnasios, etc.

¿Pero luego qué?

¿Qué es lo que pasa? Al cabo de un tiempo probablemente volvamos a lo de siempre, incluso nos olvidemos de cuáles eran esos propósitos tan importantes que nos habíamos marcado.

Hacer cambios de hábitos no es fácil, y porque empiece el año no quiere decir que esto vaya a ser diferente. Un cambio de hábitos requiere un esfuerzo, mayor o menor, pero requiere un trabajo. Y esto no tiene porqué significar que sea “malo”.

Si buscamos la definición de hábito, encontramos lo siguiente: “Manera de actuar adquirida por la repetición regular de un mismo tipo de acto o por el uso reiterado y regular de una cosa. Costumbre”;  también: “Facilidad para hacer una cosa, que se adquiere con la práctica”.

¿Qué quiere decir esto?, pues que como todo a lo que no estamos acostumbrados, al principio nos puede costar un poco, ya sea por pereza, falta de tiempo u otros motivos. Pero una vez “acostumbrados” a realizar ciertas acciones, éstas pasan a ser un “hábito” y no nos costarán, porqué saldrán de forma casi automática, sobre todo si vemos que esto nos aporta unos beneficios.

¿Qué os quiero decir con esto?

Pues que está muy bien que tomemos la energía que acompaña a la festividad de Año Nuevo como impulso para motivarnos, pero esto no va a ser suficiente para “cambiar”. Se requiere algo más, y si esto no lo tenemos en cuenta, es muy probable que el 31 de enero ya no nos acordemos de nada y todo sea como antes.

Seguro que has oído alguna vez esta frase de Albert Einstein: “Si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”

Por lo tanto, creo que lo primero y más importante, es hacernos responsables de “nuestra vida”, y intentar dejar de lado esa tendencia que tiene el ser humano a quejarse continuamente de todo, y hacer algo. Creo que solo de uno mismo, depende realmente nuestra felicidad.

Como explico en mi eBook “Descubre hábitos saludables para cambiar de vida”, sólo de nosotros y de nuestra interpretación del mundo depende nuestra propia felicidad.

Hemos nacido en un determinado momento y lugar. Tenemos una familia, un entorno. Las circunstancias que se nos presentan son las que son. Y ante todo ello, siempre tenemos nosotros la última palabra. El cómo reaccionemos ante el mundo que se nos presenta, es decisión nuestra.

Objetivos a corto plazo

Quizás también, el hecho de plantearnos objetivos grandes y a tan largo plazo, nos dificulta llevarlos a cabo. Detrás de grandes objetivos, suele haber mucho trabajo. Si miramos hacia arriba del todo y queremos llegar de golpe nos frustraremos enseguida porque veremos el objetivo muy lejano. En cambio, si para llegar ahí creamos una especie de “escalones”, donde cada escalón será nuestro siguiente objetivo y simplemente nos centramos en él, será mucho más asumible y alentador. Y cuando nos demos cuenta, habremos subido muchísimos peldaños y estaremos más cerca de nuestra meta. Prueba a planteártelo así.

Hoy…

Yo te animo a que en vez de plantarte objetivos para el año nuevo, plantéate objetivos para HOY. Cada día es una nueva oportunidad para mejorar, para crecer, y sobre todo, para VIVIR.

Seguro que alguna vez has oído hablar de eso de que el presente es lo único que tenemos, que pasado y futuro “no existen”. Piénsalo, nos pasamos la mayor parte del tiempo pensando en lo que hemos de hacer mañana y en cómo nos afecta e identifica nuestro pasado. ¿Qué sentido tiene eso? Es ahora que sucede todo. Está bien utilizar el tiempo para programar y organizar nuestra vida, pero sin caer en vivir fuera del presente, porque entonces se nos escapa la vida.

Las cosas importantes

Si os fijáis, normalmente, los propósitos para el nuevo año suelen estar muy relacionados con la salud, con sentirnos bien, con valorar lo realmente importante de nuestras vidas… En momentos que llevan una carga emocional importante, como pasa en noche vieja, y que de manera casi inconsciente, nos hacen plantear muchas cosas, emerge quizás lo que realmente nos importa y queremos. Aprovechemos este impulso, como he dicho antes, para coger fuerzas.

Pero si tu propósito es comer bien, come bien hoy. Si tu propósito es reír más, ríe mas ahora. Si tu propósito es no quejarte tanto, se consciente cada vez que te quejas y para. Si tu propósito es ir al gimnasio, ves hoy. Si tu propósito es pasar más tiempo con tus hijos, pásalo hoy. Si tu propósito es hacer deporte, hazlo hoy. Y todo lo que hagas, hazlo con plena presencia.

Estate aquí y estate ahora. Esa es la verdadera felicidad. Aceptar el momento presente y hacerte responsable de él.

¡FELIZ AÑO NUEVO, Y FELIZ DÍA!

 

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